El que ríe último...


Los atados de Camel vacíos que inundan mi escritorio, el almuerzo ausente de la semana, el poco ejercicio que reciben los músculos de mi cuerpo y el inminente regreso al impecable Branca parecen no equivocarse. No, no hago ningún esfuerzo por escaparle a la muerte, por tener una vida física más digna ni por evitar lo inevitable.

Tampoco participo en obras benéficas, no he inventando nada más que algunas frases "divertidas" y mis traducciones no exceden el promedio esperable del documento sujeto a la transición de un idioma a otro.

Es decir, si mañana me fuera de este mundo, si mañana fuera el día en el que mi cuerpo dejara de experimentar vida, no habría hecho nada demasiado notable o épico para irme con la dignidad que toda heroína romántica espera para el final de sus días.

Todo esto pensaba ayer, mientras trataba de acomodar mi cuerpo en una incómoda butaca y era testigo de la asombrosa composición de personaje que armó Heath Ledger para su Guasón. Hubiese apostado mi vida que nadie, NADIE en este mundo, podía ser mejor que Nicholson para tal fin, y menos, mucho menos, sin un Burton al lado.

Pero no, lo de Ledger es tan impecable que hasta eclipsa al mismísimo Batman. Sí, no es novedad que siempre amo más a los villanos que a los héroes, pero es que este Guasón es simplemente genial. Con tics estudiadísimos que jamás se olvida de repetir, con las órbitas de los ojos siempre en otro lado, con un lenguaje corporal exquisito, y esa mezcla de sarcasmo y delirio tan del Joker, esta belleza de chico se despidió del mundo de la mejor manera que alguien puede hacerlo, con talento.

Geez.

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